Para niños con praxias bucofaciales

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En un niño se encuentran en crecimiento y desarrollo las funciones reflejo-vegetativas como la respiración, la succión, la masticación y la deglución al mismo tiempo que están en pleno desarrollo y afianzamiento los adecuados patrones articulatorios, tanto unos como otros influyen en la definición de formas en las arcadas y en la implantación dentaria, en la mímica facial y en la articulación.

La relación existente entre motricidad, habla y lenguaje es tan directa que, cuando se observan niños que presentan desórdenes articulatorios o trastornos en la fluidez y expresividad, la mayoría de las veces coincide con funciones motrices orofaciales muy poco desarrolladas.
La forma de hablar del niño con trastornos articulatorios puede generar otros trastornos como inseguridad, baja autoestima, problemas de comunicación con su entorno, y otras dificultades que pueden alterar su aprendizaje escolar y hasta su personalidad.
Existen estrategias que resultan positivas si son aplicadas no necesariamente para estimular a niños con problemas fonoaudiológicos, sino para favorecer el desarrollo de la motricidad de los órganos que intervienen en las funciones que involucran al aparato fonoarticulatorio.
¿Cómo se trabajan?
Es muy frecuente ver cómo los niños intentan ejecutar los movimientos que se les solicitan o que se les muestran para que imiten y se obtienen con resultado ejecuciones sin precisión; es como si la lengua no hiciera caso, y lo peor es que el dueño de esa lengua cree que lo está haciendo bien. De allí ía necesidad de trabajar con espejos grandes donde exista la posibilidad de que el niño observe y compare el ejercicio solicitado y demostrado con su logro…, también para que el alumno tome conciencia de los puntos que habitualmente no toca y sensibilice la boca.
Resulta muy positivo trabajar:
  • A diferentes ritmos la ejecución de praxias linguales, se sugiere intentar prácticas más lentas en un principio y más rápido después.
  • Con pictogramas o ilustraciones que permitan visualizar las consignas asignando un nombre de fantasía a cada ejercicio que permita evocarlo fácilmente.
  • Compartiendo la propuesta de acción con otros para favorecer la motivación y la observación de logros y dificultades en sí mismos y en los otros.
  • Con un claro conocimiento de las metas y secuencia de acción que conviene aplicar.

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