por magdalena
Ayer en una reunión de apoderados del colegio nos entregaron un cuadernillo hecho por cada niños en el cual describían cuándo sentían amor, rabia, pena, miedo y alegría y para mí fue bien impresionante aproximarme un poco a ese mundo interior que uno cree conocer tan bien pero que siempre sorprende.
Es raro, pero pocas veces hablamos – o tal vez es sólo mi caso – de lo que sienten los niños. Conversamos acerca de lo que le gusta o les disgusta, de lo que les pasa, de sus juegos y amigos, pero poco sobre cómo todas esas cosas impactan en sus sentimientos. Y me llamó la atención lo importante que es esto para enseñarles a expresar sus emociones y aprender a vivir con ellas, lo que me imagino tiene un impacto muy positivo en la adolescencia.
En este cuadernillo los niños explicaban, por ejemplo, qué cosa les daba miedo y cómo o gracias a quién lograban superarlo. Y fue bien impresionante para mí ver cómo había muchas emociones que se superaban o sentían junto a los padres, pero había otras en que preferían estar solos y lograr la tranquilidad individualmente.
También me fue posible ver cómo momentos que a uno le parecen muy simples para los niños podían significar gran angustia por darles vergüenza, como hablar en público, por ejemplo, o enfrentarse a situaciones desconocidas. Y una vez más conmoví a al ver lo determinantes que somos en su felicidad, ya que para mi hija el momento de mayor alegría era cuando yo llego a la casa.
Me encantaría conversar más con ellas sobre lo que sienten, porque a mí muchas veces me cuesta poner en palabras mis emociones y me gustaría mucho poder ser un factor de ayuda en este tema para ellas.