Cosas en que voy cediendo

por Cux

Ya les he contado que me considero -o me consideraba ya a estas alturas- bien talibana para muchas cosas en mi vida personal, como mamá, profesional, dueña de casa etc. Pero es increíble cómo he ido cediendo en miles de cosas desde que fui mamá. Nada anda al mismo ritmo que antes, hoy las cosas que me preocupan distan mucho a las que me preocupaban antes.

Me di cuenta este fin de semana con la celebración de Halloween, fiesta que de verdad me carga por lo gringa y por los dulces. Me habría encantado tener una fiesta como en México, donde sí se celebra a los muertos y hay calacas (calaveras) por todos lados, llenas de color, y flores y cosas lindas, pero no, acá llegó la copia norteamericana, la más burda, la que yo no quería.

Pero mi hijo no vive en una burbuja, va a un colegio, tiene primos y ve tele, y este año, a sus 5 fue la primera vez que “celebramos” la fiesta. El me transmitió toda la semana que quería disfrazarse de momia, y que eran blancas, y llenas de tiras, y que caminaban “asi”, etc. Hubo una mini explicación de qué estábamos celebrando, pero ellos obvio que ni pescaron y lo único que importaba era disfrazarse!

A lo que yo me rendí, claro, simplifiqué todo y dije: hagamos el día de disfraces, sin pensar en USA ni en los dulces, que de verdad daban lo mismo. Fue un momento -media tarde- en que armamos un disfraz de momia – con una camiseta y unos calzoncillos largos que llenamos de tiras de una sabana que rajamos- uno del payaso diabólico y otro de Buzz atropellado. Quise que fuera un tema específico y nos gusta “el terror”, por eso los trajes que tenía -payaso y Buzz- los transformamos en medio zombies.

Vivimos en un barrio no muy residencial, por lo que la entrega de dulces se redujo a ninguno, pero pasearse por las calles disfrazados y que ellos hicieran un mini show a cada peatón, fue muy emocionante.

Debo decir que fue una linda experiencia, un día distinto para ellos y para mi.


DienteLeche